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NEUROCEPCIÓN

Como parte de nuestra herencia como especie, la neurocepción ocupa un lugar sobresaliente entre los mecanismos más primitivos de nuestro cerebro que funcionan sin la participación de la conciencia. La detección de una persona como segura o peligrosa determina el tipo de conductas pro-sociales o defensivas que se llevarán a cabo; en un nivel neurofisiológico, nuestro cuerpo inicia una secuencia de procesos neurales que facilitarán las conductas de defensa adaptativa como luchar, huir o paralizarse, lo que ocurre incluso aunque no seamos conscientes del peligro o del riesgo.

La neurocepción (Porges, 1995, 1997) nos aporta una explicación de por qué un bebe sonríe o busca acercarse a un cuidador, pero llora cuando se acerca un extraño; o por qué un joven disfruta el abrazo de uno de sus padres, pero interpreta el mismo gesto de un extraño como un ataque o un asalto; por qué la vida se hace placentera con solo escuchar la voz conocida de la persona que se ama.

Una plática “embriagadora”, un “juego fascinante”, una entrevista clínica bien conducida (con buen nivel empático), se producen naturalmente cuando nuestra neurocepción detecta seguridad y promueve estados fisiológicos que apoyan la conducta social, sin embargo las conductas pro-sociales no se expresan cuando nuestra neurocepción hace una lectura equivocada de las señales ambientales y dispara estados fisiológicos que apoyan estrategias defensivas. Para poder construir relaciones duraderas como las amorosas, los humanos tenemos que relegar estas acciones defensivas y dejar que se exprese el involucramiento, el apego y otras formas duraderas de vínculos sociales.

Sin duda, hay mucho todavía que aprender sobre neurocepción y esta webinar nos abrirá el camino.

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